Cuidar del cuerpo no debe ser ciencia espacial. El don de la vida no viene con “Instrucciones de uso” que requieren un doctorado en fisiología. En su mayor parte, el instinto y el sentido común dan buenos resultados: comer para satisfacer el hambre y no más; elegir alimentos sabrosos que te hagan sentir bien (a corto y largo plazo); hacer suficiente ejercicio para mantenerte ágil y fuerte para tus actividades diarias; dormir suficiente para funcionar bien al día siguiente; etc.
Las cosas que requieren conocimientos comunes y obvios pueden ser fácilmente aprendidas y transmitido a otros (“este hongo si es comestible; este otro no”). En términos generales, se trata de los accidentes más graves de la naturaleza (las enfermedades y los traumas) cuando se necesitan el asesoramiento y la atención especializada. “El alimentar un resfriado y el matar de hambre una fiebre” no es siempre el mejor recurso si la fiebre es de malaria o el frío es causado por hipotiroidismo. En el caso de las enfermedades graves, la búsqueda del consejo profesional es tambien parte del mantenimiento del cuerpo.
Pero vivimos en una era cómica, en el que hemos decidido que el conocimiento de expertos es necesario incluso para las cosas más básicas. Como cardiólogo, con frecuencia me piden consejos dietéticos personas que están perfectamente saludables, como si saber la forma de comer saludablemente requiriera años de estudio y formación de posgrado! Me siento halagado por la solicitud, y siempre disfruto tal conversación, pero este tipo de preguntas manifiestan una fuerte tendencia social, que pone en manos de especialistas los actos más básicos y naturales de nuestra vida y da a tales especialistas el cargo de decirnos cómo poner un pie delante del otro.
Sin embargo, tal vez las cosas están cambiando. En lo que respecta a los consejos dietéticos, las dietas “saludables para el corazón” recomendadas por expertos en medicina hace sólo unos años han sido objeto de serias dudas. La “pirámide alimenticia” que fue una guía de la política de salud pública casi se desplomó. Y al parecer se emiten nuevas recomendaciones cada dos semanas. Y estas diversas opiniones se contradicen tanto entre sí que los expertos en medicina y nutrición se parecen cada vez más a los vendedores de aceite de serpiente de la antigüedad.
Pero si nos hemos dejado llevar por mal camino en el tema de la comida, cuánto más confundidos estaremos en el tema de sexualidad y reproducción! Sin embargo, ¿que es más instintivo que el acto sexual y que es más natural que el ciclo menstrual? Muchos de nosotros somos víctimas de la equivocada, si no desdichada – opinión, procedente del Instituto de Medicina (y sancionado por la Ley de Cuidado Accesible) que dice que la ingestión de grandes cantidades de hormonas contribuye a la salud reproductiva, o que las vasectomías y el remover las trompas de Falopio son una forma de “medicina preventiva”. Serán muy expertos, pero los M.D. y doctorados detrás de estas iniciativas de “salud pública” no dirigen la comunidad con sabiduría.
Esperemos que también en este caso, la marea de la decepción se eleve. En el reciente Sínodo extraordinario de la Familia en Roma, varias parejas han hecho súplicas enardecidas para crear conciencia sobre los daños de la anticoncepción y la esterilización. Y, por supuesto, el daño que esto causa a toda la persona, no sólo al cuerpo. La planificación familiar natural, consciente del don hermoso y precioso que es la vida, es la única forma convincente para criar familias que fomenten el manejo adecuado del medio ambiente, de la persona amada, y de nuestros propios cuerpos